lunes, 24 de septiembre de 2012

(H.C. 06) LA DEFENSA DEL MARIE CURIE

Cuando el Cristóbal Colón recibió la llamada de auxilio, lo primero que hicieron los pilotos de guardia en la cabina de control, fue avisar a la capitana Otomo, para que diera las instrucciones necesarias. Una nave de tal envergadura es difícil de maniobrar, teniendo en cuenta la falta de atmosfera del espacio. Los motores principales paran y se ponen en marcha los retropropulsores para frenar el avance de la nave. Entonces se envían un par de cazas, más pequeños, con una capacidad de maniobra que puede imitar a la de los viejos cazas de combate de la Tierra, ellos serán los encargados de confirmar la situación en la que se encuentra la nave que envió la petición de auxilio.
“La Marie Curie” era una nave de investigación científica, que estaba siendo atacada y abordada por los “parásitos” de la hermandad nocturna, cuando orbitaba alrededor de un gigante gaseoso. La característica de la hermandad nocturna es que eran seres que podían pertenecer a cualquier especie inteligente, pero que por alguna insólita razón se resistían a morir como el resto de los de su especie alimentándose de la sangre de estos, eran capaces de dominar las ciencias ocultas. Antiguamente en la Tierra eran conocidos como vampiros. Cuando los dos cazas fueron detectados por la nave de la hermandad, las comunicaciones con el “Cristóbal Colón” fueron interrumpidas y un enjambre de cazas enemigos apareció de repente.
- ¡Los entretendré como pueda! ¡Ve a avisar al “Cristóbal Colón”!- dijo Hugo a su compañero.
Para evitar que los cazas enemigos persiguieran a su compañero, Hugo se lanzó a atacar a la nave de la hermandad de forma casi suicida y luego aprovecho lo que parecía una desventaja para volverlo a su favor, haciendo que los cazas perseguidores, a pesar de su destreza, se entorpecían unos a otros. Hugo sabía que estaba perdido, pero aquellos seres que parecían haber engañado a la muerte, no estaban dispuestos a perder esa sobrenatural inmortalidad, ni con el fuego de los cañones láser del caza de Hugo, ni con el helado vacío espacial al que tampoco eran inmunes. Finalmente, viéndose rodeado por sus perseguidores, Hugo lanzó su nave contra la cabina de pilotaje de los invasores, lanzándose al espacio y propulsándose con los propulsores de su traje espacial hacia una de las pasarelas de abordaje, donde abrió una brecha con un vibrocuchillo. Los invasores, tanto de un lado de la pasarela como del otro salieron disparados al espacio, mientras Hugo se lanzó al interior del Marie Curie ayudado por los propulsores, antes de que las compuertas protectoras se cerraran detrás de él. Luego desenfundó su arma y empezó a disparar contra los invasores a diestro y siniestro.
- ¡Coged las armas y luchad por vuestra vida!- les gritó a los prisioneros.
- Ya casi se han hecho con la nave, se están llevando a la mercancía y a los pasajeros – dijo uno de los prisioneros.
- Hay que ganar tiempo, la ayuda está en camino. Pero tendré que salir otra vez al espacio. ¿Dónde hay una escotilla? Una vez en la cámara de descompresión, se puso nuevamente el casco y abrió la escotilla para salir disparado al espacio, luego solo tuvo que impulsarse con los propulsores de su traje hacia las dos pasarelas que unían a las dos naves y procedió a agujerearlas, tal y como había hecho al entrar, separando así las conexiones entre las dos naves. Los cazas del Colón, aparecieron disparando contra la nave pirata, como si fueran mosquitos rabiosos. La nave de los parásitos, se separó del Marie Curie y comenzó la huida. Todo había terminado y Hugo busco una trampilla para entrar en la nave.
La victoria había sido solo parcial, ya que los vampiros habían conseguido llevarse algunos prisioneros y parte de la mercancía. El Marie Curie, aunque a salvo, podía dar por terminada su misión científica y regresar nuevamente a la Tierra.
- Gracias a usted, esos piratas, no han conseguido hacerse con la nave- dijo el capitán del Curie. - Siento no haber podido hacer nada más por los que se han llevado.
- Ha hecho cuanto ha podido. Le llevaremos a su nave en una lanzadera, es lo mínimo que podemos hacer por usted.
Unas horas más tarde, Hugo regresaba al Cristóbal Colón donde era acogido por sus compañeros como un héroe. Solo el grupo de Cesar Conrad, le quitaba importancia a la hazaña de Hugo.
- Cortes, preséntese en una hora en el despacho de la capitana Otomo- dijo la voz del comandante Snyder. Una voz robotizada, informo a la capitana de la presencia de Hugo y esta lo mandó entrar. Hugo saludo a su superiora.
- Cortes, aquí tengo los informes de la defensa del Marie Curie.- Hugo sonrió- Actuó imprudentemente enfrentándose solo a los piratas.
- Era necesa…
- ¡Aún no he terminado! ¡Perdió su caza! ¿Usted sabe lo que cuesta un caza? Hugo quiso replicar, pero tuvo que morderse la lengua.
- Por otro lado una nave como la Marie Curie es infinitamente más cara y eso sin contar con su tripulación. Según su compañero, le habría sido imposible llegar hasta nosotros para pedir ayuda y se habría perdido mucho más. Su castigo será su recompensa… A causa de este incidente nos retrasaremos una semana y necesito un voluntario que vaya al planeta Oceana para avisar del retraso al resto de las naves. Evidentemente, una vez allí, dispondrá de unos días de permiso hasta nuestra llegada- dijo Otomo sonriendo- Se le asignará un nuevo caza, partirá en cuatro horas. Eso es todo puede retirarse.
Tres horas y media más tarde, camino del hangar del Colón, Hugo recibió los elogios de los pilotos mautones y poco después partía en su nueva misión.


Jotacé

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