lunes, 21 de julio de 2014

(D.F. 05) OTRA VEZ EN LA CAMA


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La ciudad subterránea carecía de noche o día y su reloj había desaparecido desde que estaba allí. Así que a pesar del insomnio permaneció acostado pensando en los últimos acontecimientos acaecidos en aquellas últimas horas asta que Julia irrumpió en el apartamento el cual solo tenía una gruesa cortina para impedir ver el interior en vez de una buena puerta con su cerradura para impedir el acceso a cualquiera que pasara por allí. 
 - ¿Todavía estás en la cama?- preguntó Julia con su eterna sonrisa. 
 - Apenas he dormido y solo he tenido pesadillas, además no me devolvisteis mi reloj 
- Hablaré con los trabajadores de la entrada, aunque lo más seguro es que lo tengas con el resto de tus cosas en el armario. 
 Arturo abrió el armario y rebuscó entre sus cosas, allí tal y como dijo Julia estaba el reloj, lo cogió y se lo colocó en su muñeca sonriendo. 
- ¿Estás listo o todavía no has desayunado? 
- No, no he desayunado, tampoco quería despertar a…
- Arturo miró a Pablo y a Paz, que seguían durmiendo en la cama de al lado, con sus desnudos cuerpos apenas tapados con una sábana. 
- Ah, ya veo por que no has podido dormir. Mientras desayunaba Arturo le contó en voz baja su pesadilla a Julia mientras sus compañeros de habitación se removían en la cama. 
 - Hace ya mucho tiempo desde la última vez que tuve contacto con otro ser humano y mucho más con una… mujer. 
 - ¿Te gustaría…?- empezó a decir Julia acariciándole el rostro a Arturo. 
 - Aquí no- contestó Arturo apartándole la mano y mirando receloso a sus compañeros de habitación. 
- Está bien, si quieres podemos ir a mi apartamento, ahora seguro que no hay nadie. 
El apartamento de Julia estaba cerca del suyo y en apariencia era muy similar al suyo, aunque un poco más grande por el número de camas una grande y dos más pequeñas dedujo que ella también lo compartía con más gente, pero apenas prestó atención a los detalles, en cuanto entró por la puerta empezó a besarla y a acariciarla como si la vida le fuera en ello, ella le correspondía de igual forma, se desnudaron y terminaron en la cama, pero apenas tuvo tiempo de penetrarla, hacía demasiado tiempo de la última vez. 
- Yo… yo…- dijo un tanto avergonzado. 
 - No te preocupes y déjame hacer a mí. 
Ella empezó a besarlo nuevamente muy despacio, muy tierna, él enseguida se puso nuevamente a tono y ella lo monto moviéndose compulsivamente y gimiendo de placer, esta vez consiguieron llegar al orgasmo al unísono y volvieron a repetir la experiencia una tercera vez. 
- Lo que daría por un cigarro- dijo Arturo cuando dieron por terminada la sesión de sexo. 
 - Por suerte es una de esas estúpidas costumbres que dudo mucho regresen algún día, el tabaco nunca se consideró necesario en la colonia. 
 - Lastima. Arturo cerró los ojos y se quedó profundamente dormido, en un sueño reparador y esta vez sin pesadillas, hacía años de la última durmió de aquella manera. 

Jotacé.

2 comentarios:

  1. ¿Quien necesita cigarrillos después de una experiencia tan agradable con una bella, que además se porta muy amable con él?

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  2. Yo opino lo mismo Demiurgo, pero hay gente para todo.

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