lunes, 13 de agosto de 2012

(H.C.04) LA MISIÓN


Hacía más de una semana que el Cristóbal Colón salió de la estación Última Frontera en dirección al planeta Nilruc, el mundo natal de los mautones.
Hugo, al igual que los compañeros de su remplazo que fueron destinados al Cristóbal Colón se empezaban a acostumbrar a la rutina de la nave. La jornada empezaba en el gimnasio, donde ejercitaban su cuerpo y sus reflejos, luego acudían a las aulas, ya que era imposible que una persona terminara nunca de aprender cosas, en un universo que se expandía con mundos y razas más allá del sistema solar. Después del almuerzo tocaban las simulaciones, donde los pilotos ejercitaban su talento en el vuelo y su puntería. Los pilotos se turnaban en guardias en la cabina de control del Colón, siempre asesorados por los pilotos con más experiencia, asegurándose de que todo marchaba bien y aprendiendo el manejo de una gran nave como aquella. Cada día eran llamados cinco miembros distintos de la tripulación para una revisión médica completa, llevada a cavo por uno de los oficiales médicos y aquel prototipo de androide capaz de adoptar la apariencia de cualquier humano adulto. Pronto Hugo se acostumbraría a aquellas revisiones que tenían lugar una vez cada cinco semanas. Para mantener la salud y buen ánimo de la tripulación se les animaba a las relaciones sexuales entre los compañeros, algunos lo hacían solo con la gente del sexo contrario, otros preferían a los de su propio sexo y a otros les traía sin cuidado el sexo de la pareja en cuestión, también estaban los que preferían tener una relación solo con una persona y los había que nunca estaban con la misma, incluso había algunos individuos que alegando arcaicas costumbres religiosas, preferían mantenerse al margen de cualquier tipo de relación sexual, aunque al final asta aquellos individuos terminaban cediendo. Hugo era de los que solo mantenía relación con mujeres, Ilena y Clara eran a las que tenía más cerca y con las que más relación tenía, luego con otras mujeres piloto e incluso con otros miembros del personal ya fueran de las fuerzas terrestres, personal de servicios o de mantenimiento, oficiales era lo que menos. También se gano una reputación en los simuladores, cosa que como era evidente, causó los celos de algunos compañeros más veteranos, tal era el caso de Cesar Conrad cuya rivalidad era ya muy anterior a su llegada a la nave, esa fue una de las razones por las que al llegar a uno de los mundos coloniales, él tuviera que quedarse de guardia en la nave, eso le permitió poder esperar a que bajasen la mayoría de sus compañeros para poder enviar un mensaje a su familia en la Tierra, probablemente cuando el mensaje llegara a su destino, haría ya tiempo que él habría dejado el planeta a bordo del Colón.
El Cristóbal Colón apenas permaneció cinco días orbitando aquel mundo, Hugo los aprovecho para familiarizarse por primera vez con otros lugares de la nave, desconocidos para él hasta entonces. También pudieron tanto él como sus compañeros practicar con los cazas, tanto en el espacio como en la atmosfera del planeta, ya que si había algo que caracterizaba aquellos cazas era el echo de poder maniobrar tanto en un sitio como en otro, en el espacio con los pequeños motores móviles que le permitían maniobrar de formas que les era imposible a una nave de gran envergadura como el Cristóbal Colón, para los lugares con atmosfera, aquellos sofisticados cazas, desplegaban sus alas que les permitían moverse de forma más veloz y ágil que cualquier avión de combate. Sus compañeros, aquellos que bajaron por primera vez a un mundo más allá de la Tierra y del Sistema Solar, regresaron fascinados por haber visto un nuevo planeta, totalmente diferente pero parecido en muchos sentidos a la Tierra, fascinados por haber visto otras razas alienígenas que asta ese momento solo conocían por imágenes holográficas en los distintos medios de comunicación. El Cristóbal Colón siguió su camino totalmente reestablecido de provisiones y toda la tripulación volvió nuevamente a la rutina de siempre.
Cuando por fin llegaron al sistema solar de Nirluc, él Cristóbal Colón fue escoltado por dos grandes cruceros de guerra mautones asta las proximidades del planeta. Esta vez el número de humanos que bajaron a Nirluc fue muy limitado. La capitán Otomo, con varios oficiales entre los que estaba el teniente Snyder, jefe de escuadrón de Hugo, varios soldados de tierra sirviendo de escolta y claro está el embajador Reynols, al cual le esperaba una delegación terrestre destinada en el planeta con propósitos diplomáticos. Allí fueron informados de la nueva misión que se les encomendaba, en la que colaboraban con las otras razas que poblaban la galaxia, era una alianza planetaria, que esperaba afianzar lazos, contra enemigos comunes, formados por piratas y contrabandistas y en la que esperaban alcanzar lazos de amistad, que les ayudaran a limar las tensiones existentes, producidas por la disputa de los distintos mundos coloniales. Al día siguiente, la capitán y el resto de los miembros de la tripulación que habían bajado al planeta, regresaron a la nave con una delegación de pequeños políticos y militares moutones. En una de las grandes salas del Cristóbal Colón todas las fuerzas que estaban fuera de servicio, formaron en la sala de instrucción. Aquella tarde un grupo de los mejores pilotos fueron seleccionados por el teniente Slater para combatir contra los moutones, entre ellos estaban, Hugo y su rival Cesar, evidentemente la batalla, era una simulación en la que las armas no se dispararían realmente y serían los ordenadores de los cazas los que decidián quien era derribado y a quien derivabas. Aquella primera batalla espacial contra otra raza cuya forma de combatir era totalmente distinta de la de los humanos y que no dudaron en utilizar su ventaja de territorio y de número para ganarles en una batalla desigual. Si hubieran utilizado fuego real, probablemente ninguno de ellos habría sobrevivido. La rivalidad que había entre los pilotos humanos pudo más que la sed de victoria contra aquellos pequeños y numerosos enemigos. Cesar, perseguido por tres cazas moutones, se aprovechó de la buena voluntad de Hugo para librarse de sus perseguidores en una arriesgada y accidentada maniobra que estuvo apunto de terminar en tragedia, solo con su pericia, consiguió Hugo evitar la colisión con uno de los cazas moutones, pero se convirtió en blanco perfecto, su ordenador le indicó que le habían dado y tuvo que retirarse de la batalla. Tan solo quedaron cuatro cazas aliados. Cesar con sus maniobras casi suicidas fue el último en ser derribado.
Esa noche hubo pelea en la cantina por culpa de aquella maniobra y tanto Cesar como Hugo fueron amonestados y arrestados, luego a Cesar lo destinaron como castigo por su imprudencia al camarote donde estaba Hugo en lugar de su compañero Vlad el cual fue con un oficial piloto y otros dos compañeros, destinados a una nave moutona, a la vez que cuatro pilotos moutones fueron redestinados al Cristóbal Colón y se encargarían tanto de aprender las tácticas de batalla humanas, como de enseñar las propias. Uno de esos moutones era un oficial y ya estaba al corriente de la misión que el Cristóbal Colón debía llevar a cavo. El resto de los oficiales fueron convocados por la capitán para ser informados de dicha misión.
- Señores. El Cristóbal Colón es una de las muchas naves de la Alianza de razas, destinada a esta misión. Al parecer en el mercado negro, en las colonias de las cuatro razas está apareciendo “ambrosío” sin registrar. Nadie sabe de donde sale ni quienes se encargan de ponerlo en el mercado, pero incluso las naves piratas se están aprovechando de dicho mercado. Incluso han llegado rumores de que son los mismos piratas los que lo están poniendo en circulación para desestabilizar el mercado oficial. Nuestra misión será la de descubrir las bases piratas y contrabandistas, neutralizarlas y averiguar de donde están sacando el “ambrosío”. Con nosotros viajan cuatro mautones, pertenecientes a la nave que nos acompañará hasta el planeta “Oceana” donde nos encontraremos de aquí a cuatro meses con otras dos naves de la alianza, una de los “bíraros” y otra de los “cubiertos”.

 Jotacé.

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