Santi y Elena fueron a
tomar un café en un bar cercano, el se marchaba al día siguiente y
tenían que hablar, sin embargo permanecían en silencio mirándose
fijamente. Fue la camarera quien rompió el silencio, dejándoles el
café en la mesa, un capuchino para ella y un café con hielo para
él, lo había descubierto hacía poco tiempo, pero desconocía que
era así como lo pedía Andrés, el difunto novio de Elena, ella
sonrió.
- Aquí tenéis chicos- dijo la camarera.
-
gracias- dijo Santi sonriéndole, luego se dio cuenta de cómo Elena
miraba su café con aquella sonrisa enigmática- Era lo que tomaba él
¿verdad?
- No…- mintió Elena sintiendo como se le hacía un nudo
en la garganta.
- Te quiero… pero me tengo que ir.
- Lo sé.
No quiero que te vayas pero… lo entiendo.
- Necesito alejarme y
encontrar respuestas.
- Y yo necesito olvidar. Te quiero pero…
creo que nuestro momento no ha llegado, que todavía es pronto.
A aquellas alturas ambos se habían cogido de las manos, el
muy serio y ella con los ojos llorosos. Sin saber muy bien como
aquella noche la pasaron juntos. Por la mañana, él empezó a
vestirse, era todavía muy temprano.
- ¿A dónde vas?- preguntó
Elena cogiéndole el brazo.
- Me voy dentro de tres
horas.
- Noooo… por favor, no te vallas…
- Sabes que
tengo que hacerlo, ayer me dijiste que lo entendías.
- Mentí-
dijo ella sonriendo malévolamente.
- No me hagas esto, sabes
que es muy difícil para mi, pero tengo… necesito
hacerlo. - Hay tiempo, solo una última vez… por favor-
dijo Elena, fingiendo suplicarle- …por favor. Santi, noto
la enorme erección que se le había producido debajo de los slips,
Elena que también lo había visto le sonrió maliciosamente.
-
Total, ya tengo el equipaje hecho- dijo él, tirándose encima de
Elena.
Tras el emparejamiento oficial entre
Jota y Mónica, Diana se había mudado al piso Paco, otro de los
buenos amigos de Jota, el más “normal”. Paco acerco a Diana a la
casa de Jota, para recoger a Santi, que para sorpresa de todos, había
pasado la noche fuera, le llamaron al móvil, sin ningún resultado,
llamaron a casa de los padres, pero estos aparte de ignorar su
paradero, tampoco querían saberlo, tampoco sus hermanos sabían
nada, entonces todos pensaron que tal vez se encontrara abajo, en el
piso de Mónica, con su hermana Elena. Cuando se disponían
comprobarlo, Santi apareció por la puerta.
- ¿Dónde
estabas?- preguntó Jota.
- Despidiéndome de Elena- contestó
sonriendo tristemente.
- ¿Y ella? – dijo ahora Mónica.
-
No quiere venir a la estación, ya ha sido duro para ella… en
realidad para los dos.
- ¿Seguro qué quieres venir?-
preguntó Diana.
- No… pero tengo que hacerlo, desaparecer una
buena temporada o me volveré loco y a todos los que tengo a mí
alrededor, incluida Elena.
- Será mejor que vaya a ver como está
y le haga compañía- Dijo Mónica, luego se dirigió a Diana-. Eres
una verdadera amiga y nos has ayudado mucho, vuelve cuando
quieras.
- ¿A pesar de los celos que te he hecho pasar?-
preguntó Diana.
- Precisamente por eso, a lo mejor necesitaba a
alguien que me abriera los ojos.
- Los dos lo
necesitábamos- dijo Jota cogiéndola por la cintura. Mónica se
apartó un momento de Jota abrazó a Diana, luego se dirigió a
Santi.
- Y tú, has hecho mucho bien a Elena, intenta no
estropearlo, mantén el contacto, sobre todo con ella y más te vale
regresar pronto- dijo abrazando ahora a Santi.
- Sabes que
lo haré. Minutos más tarde, terminaban de cargar el
equipaje de Santi en el coche de Paco, Santi se sentó a su lado y
Jota en el asiento de atrás con Diana. Mónica que había bajado con
ellos, les saludó con la mano, mientras se alejaban, también Elena
los vio desde la puerta del balcón con los ojos húmedos y así es
como se la encontró Mónica.
- ¿Estás bien?
-No…
pero al menos Santi sigue vivo y se que volverá- contestó Elena con
la voz medio ronca.
En la estación
de tren, en la capital, les esperaban los hermanos de Santi, que
también habían ido a despedirlo, con ellos estaba Paula la novia
policía de Abel, que se había convertido en algo así como su novia
y mientras este se despedía de su familia, Diana hizo lo propio con
Paco y Jota.
- Antes de irme, quería hacerte una pregunta- le dijo
Diana a Jota- ¿Todavía sigues con tu blog literario?
- Lo
cierto es que últimamente lo tengo un poco olvidado.
- Pues
retómalo, que así sabre que van bien las cosas y de paso, escribe
sobre todo lo sorprendente que te ha ocurrido desde que te mudaste a
ese piso.
- ¿Y quien se lo iba a creer?
- Los que
sabemos la verdad… además, todas las historias son ficción una
vez se cuentan. No se chico haz la historia interesante, imaginación
no te falta- dijo Diana sonriendo. Se abrazaron y Diana le
dio un largo beso en los labios, Jota se alegró de que Mónica se
hubiera quedado con su hermana.
- ¡Ey! ¡¿Qué está pasando
aquí?!- dijo Paco al ver la escena. Diana soltó a Jota y agarró
por el cuello de la camisa Paco, acercándoselo.
-
Tranquilo semental, que él ya está ocupado- dijo besándolo también
a él.
Luego fue el turno de Santi, que abrazó a sus dos
mejores amigos.
- Jota, prométeme que cuidarás de Elena hasta que
regrese.
- Claro amigo, es la hermana de mi chica y mí vecina… y
ya sabes que yo cuido muy bien de mis vecinas.
- Bueno, bueno…
cuídala muy bien pero sin pasarte ¿eh? Poco después los
interfonos de la estación, comunicaron la llegada del tren que
tenían que coger y Santi y Diana bajaron a los andenes.
Jota y Paco
se quedaron un rato más en la estación, tomando algo con los
hermanos de Santi. Cuando Paco dejó por fin a Jota en su
casa, este fue al piso de Mónica, la cual había decidido regresar
allí para hacer compañía a su hermana, al menos aquellos primeros
días.
A las pocas semanas, Elena que seguía manteniendo el
contacto con Santi, decidió regresar a su piso de la capital y
Mónica se instaló definitivamente con Jota, que como le había
pedido Elena, comenzó a escribir lo que le pasó nada más
instalarse en el piso y de cómo su compañero se convirtió en un
vampiro.
Jotacé.
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