jueves, 21 de febrero de 2013

MICROSCÓPICOS SECUESTRADORES


Queridos lectores, la razón por la que hasta ahora no he podido meter la acostumbrada entrada en el blog es que… y lo escribo en este momento con lagrimas en los ojos, he sido secuestrado. Si, si, lo habéis leído bien. No los vi venir de lo pequeños que eran, se me hecharon encima el jueves por la tarde, o al menos es cuando yo me di cuenta de que los tenía encima o mejor dicho dentro, ya que es dentro donde se te meten esos H.P.     
Lo acostumbrado en un secuestro es que te encierren dentro de algún vehículo de cristales ahumados, te venden los ojos y luego te encierren en un oscuro y tal vez húmedo zulo, pero estos no, estos en vez de meterte a ti en algún sitio, son ellos los que se te meten dentro y una vez allí, empiezan a torturarte, hacen que te suba la temperatura del cuerpo, que te duela todo, la cabeza e incluso las articulaciones, luego empiezan las mucosidades y los lagrimones.
Te obligan a recluirte en casa y a alimentarte de sopas y todo tipo de bebidas calientes y a drogarte con pastillas cuyo nombre termina en ele y polvos preparados para disolverse en preferiblemente agua y con sabor afrutado, normalmente a naranja aunque en este caso me ha tocado albaricoque, que aunque en un principio parece un sabor agradable, al final terminas aborreciéndolo.
Después de un fin de semana encerrado en casa que sinceramente, pensaba que sería suficiente para conseguir mi propósito de librarme de esos incordios, me he dado cuenta de que no ha sido así y hoy lunes que debería estar conectado como cada semana, estoy escribiendo, con la nariz medio tapada, los ojos llorosos y pensando que aunque hoy he ido a currar, es bastante probable que si sigo así, tendré que quedarme en cama.  
Así que como dicen los chanclas, perdonen las disculpas y si estáis leyendo esto es que tal vez ya haya conseguido escapar de mis microscópicos secuestradores o mejor aún, echarlos.                           
 
Jotacé.

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