lunes, 11 de marzo de 2013

(MISTERIOS NOCTURNOS 00) RETROCEDIENDO EN EL TIEMPO


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Jota miró la pantalla en blanco de su ordenador y empezó a pensar en todos los acontecimientos que le llevaron a mudarse a aquel piso, a conocer primero a Diana y más tarde a Mónica y que las cosas ocurrieron, tal vez por ser quien es y hasta que punto se vio influenciado por lo que algunos llaman “el destino”. 
Esta historia de lo que le ocurrió, poco tiempo de irse de casa de sus padres y de cómo murió Daniel, su antiguo compañero de piso. Pero para entender aquellos hechos, tenemos que retroceder mucho más en el tiempo y empezar contando la historia de Doña Carmen, la abuela de Daniel, ya que dichos acontecimientos están directamente relacionados con ella. Doña Carmen, nunca sintió nada especial por nadie, ni siquiera de niña y sin embargo, parecía transmitir algo especial. Todos los que habían a su alrededor, se sentían obligados a satisfacer sus deseos, hija de una familia obrera, los dueños de la casa donde trabajaba su madre haciendo limpieza se quedaron prendados de ella, que poco le importó el ser adoptada por aquella nueva familia, aún provocando los celos del hijo de aquella nueva familia, que la mimó hasta lo indecible. Pero había algo más, era como si pudiera absorber la energía de todos los que tenía a su alrededor y manipularlos a su placer. 
 Cuando le dijeron que sus padres biológicos habían muerto durante la guerra fue incapaz de sentir algo más que simple indiferencia. Ya de mayor se convirtió en una mujer hermosa y a la vez manipuladora. A pesar de sus encantos, le fue imposible controlar los celos de su hermano adoptivo, que terminó violándola y ultrajándola con la complicidad de alguno de sus amigos, quedando embarazada. Pero hasta del drama supo sacar provecho y supo manipular a sus padres adoptivos para que prepararan una boda en toda regla y evitar así la vergüenza en la familia. Ya que todo el mundo sabía que ella era adoptada, nadie se sorprendió ante aquella boda, más bien al contrario. 
Sus padres adoptivos enfermaron y murieron, primero su madre y al poco tiempo su padre. Era como si al estar embarazada, fuera capaz de absorber mucha más energía vital de los que la rodeaban. Tras el nacimiento de su hija, su marido empezó a pasar más tiempo fuera de casa por “motivos de trabajo”. A ella, muy poco le importaban los escarceos de su marido, mientras pudiera mantener su estatus social, tampoco su propia hija parecía importarle demasiado cuando la metió sin dudarlo interna, en un colegio religioso. 
 Cuando las habladurías de la gente la dejaron en evidencia, por culpa de las infidelidades de su marido, Doña Carmen, lo hizo enfermar con la ayuda de algún tipo de droga, una vez lo tuvo confinado en la casa ya le fue muy fácil hacerlo enfermar sin ayuda de ninguna droga, le bastaba con quedarse a su lado y verlo primero convertirse en un vegetal y luego morir postrado en la cama. Al cumplir su hija la mayoría de edad, huyó del opresivo ambiente al que le tenía sometida su madre, casándose con el primer hombre que se le puso a tiro. Pero en cuanto quedó embarazada, doña Carmen vio la excusa perfecta para meterse nuevamente en la vida de su hija, con la excusa de ayudarla a cuidar de su nieto. Poco a poco empezó a envenenar la voluntad de su yerno, hasta casi obligarlo a abandonar el hogar familiar. 
Con el paso del tiempo, la fortuna de Doña Carmen fue menguando y pronto tuvieron que dejar la gran casa familiar con sirvientes y buscar un piso más modesto en las afueras y su hija un trabajo que las ayudara a mantener cierto estatus. 
La opresiva Carmen parecía aguantar con una salud de hierro, todo lo que le echaran encima, pero la de su hija, empezó a resentirse como antes les había ocurrido a sus abuelos y a su padre. A los médicos les era imposible administrarle un tratamiento adecuado para aquella enfermedad que parecía ser crónica y viéndose casi en la imposibilidad de seguir trabajando, cosa que Doña Carmen criticaba sin ningún escrúpulo, tachándola de inútil y perezosa, la pobre mujer terminó sucumbiendo a dichas torturas y una mañana amaneció muerta, después de haber ingerido una cantidad excesiva de medicamentos. Ahora a Doña Carmen solo le quedaba como victima inocente su nieto Daniel, que apenas acababa de cumplir ocho años, en el que vio a la victima perfecta para sus torturas psicológicas y sus manipulaciones. 
 Doña Carmen, nunca tuvo amigos, solo conocidos de los que aprovecharse, nunca hacía nada bueno a menos que sacara algún tipo de provecho con ello o para avergonzar de alguna manera a su nieto. 
A pesar del tiempo transcurrido tras el cambio de vecindario, seguía manteniendo muy buenas relaciones con el párroco de su antigua iglesia, a la que seguía acudiendo acompañada siempre de Daniel y con alguna de las familias que acudían a dicha parroquia, una de esas familias era la de Santi, que poseía una autoestima todavía más baja que la del pobre Daniel, esa fue la razón por la que los dos niños terminaron siendo amigos. 
 En la adolescencia, Daniel cuyas notas del colegio, siempre habían sido más bien bajas, terminó en un instituto de formación profesional, donde gracias a su baja autoestima, se mantenía casi siempre alejado del resto de sus compañeros, los cuales lo tenían sometido a continuas burlas y bromas pesadas. Allí le tocó por compañero a Jota, que aparte de respetarlo y dejarlo tranquilo, le ayudaba en todo lo que podía. Solo en una ocasión, dio la cara por él, claro que esa vez, los hostigadores, también se estaban burlando de él y curiosamente al hacerles frente, consiguió que uno de aquellos pequeños macarras, terminara saliendo en su defensa y aunque siguió con las bromas, hacia aquellos dos frikis, evitó que las bromas y los abusos fueran a más. Aquel pequeño macarra, era Paco, que con su actitud defensora de los débiles, se ganaba la atención de alguna que otra compañera. Los fines de semana, mientras el apocado Daniel se quedaba en casa, cuidando de su despótica abuela, a veces con la ayuda de su amigo Santi, Jota era iniciado en las noches de fiesta y borrachera de la mano de su amigo Paco y otros compañeros, aún así, él era el tímido del grupo, el chico que siempre se quedaba solitario en una esquina con un baso en la mano, sin saber como entrarle a las chicas que por allí pululaban. 
 Al terminar el instituto, Jota siguió manteniendo la amistad con Paco y con el grupo que se había creado, mientras que Daniel, terminó recluyéndose en su casa con su abuela, saliendo esporádicamente al cine con su amigo Santi o a alguna excursión de esas que organizaba la parroquia, con su abuela, la cual lo seguía sometiendo como siempre había hecho. El único consuelo del chaval, era el de salir a buscar un trabajo de provecho y después de trabajar en todo tipo de trabajos esporádicos, la mayoría de ellos conseguidos gracias a la ayuda del cura, que tenía en gran estima a su abuela, terminó encontrando un trabajo por su cuenta en la misma fabrica donde ya llevaba año y medio trabajando Jota, que se apresuró en recomendarlo a sus jefes. Así fue como terminaron reencontrándose aquellos dos antiguos compañeros de instituto. 

Jotacé.

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