lunes, 19 de agosto de 2013

(H.C. 28) MENSAJE RECIVIDO


Poco después de que la nave “Tortuga espacial” se marchara del planeta donde residía el bíraro conocido como Dios, este mandó llamar a su lugarteniente humano. 
- ¿Tigre, qué impresión te ha causado el tal Cortes, crees que podemos fiarnos de él?  
Con todos mis respetos, tendríamos que haberlo matado. Aunque sea sincero al unirse a nosotros, cosa que dudo, si lo atrapan será un inconveniente. 
 - Si ahora lo atrapan, nunca lo creerán si niega que él es el espía. 
- Puede, pero a lo mejor su huida es una estratagema para espiarnos ahora a nosotros. ¡No me fío! 
 -Entonces deshazte de él, pero no involucres a la tripulación del Tortuga, si es posible… que parezca un accidente. Nadie más tiene que estar al corriente de nuestras sospechas. 


Marina recibió un mensaje de Hugo, le esperaba en el mismo bar donde se vieron por primera vez y le pedía que le llevara la información que le había enviado algunas semanas atrás para el Cristóbal Colón, eso le hacía pensar que podía tratarse de una trampa y sin embargo, allí lo vio, sentado en la barra con su uniforme. Pero había algo que iba mal, si Hugo constaba como desertor y se había infiltrado en la organización criminal, era inconcebible que se presentara con el uniforme del ejército espacial terrestre. Hizo ademán de dar media vuelta, pero ya era tarde, él, si es que era Hugo, ya la había visto y le hizo señales para que fuera hacia allí. Tal vez se había puesto el uniforme para que ella pudiera reconocerlo más fácilmente, pero habían tantas maneras en las que un individuo de una misma especie, podía parecerse a otro, se acercó cautelosamente, quedándose a una cierta distancia. 
 - Tú no eres Hugo- dijo a bocajarro. 
 - Tienes razón- dijo el impostor con una sonrisa en los labios. 
Marina quiso salir de allí corriendo, pero antes de que pudiera reaccionar, el desconocido la tenía sujeta fuertemente por el brazo. 
 - ¡Espera! Soy Robmed, del Cristóbal Colón. Nos enviaste un mensaje a la capitana y a mí, ¿recuerdas? 
 - ¿Cómo se yo que es cierto? A lo mejor habéis interceptado el mensaje que le envié. Además, Hugo me dio a entender que tú eras un androide y yo se distinguir entre un humano y un androide por mucha apariencia humana que este tenga. 
 - Soy un prototipo en pruebas, puedo tomar la apariencia de cualquier ser humano adulto, siempre y cuando no tenga una altura desproporcionada y la única persona que ambos tenemos en común es Hugo, si vamos a un sitio más reservado, te lo demostraré. 
 Marina, miró hacia todos lados para asegurarse de que todo era correcto, antes de seguir a Robmed. En el reservado, el androide tomo la apariencia de Marina, que tuvo la extraña impresión de ver su reflejo en un espejo, ya que excepto por el uniforme, era idéntica a ella. 
- ¿Confías ahora en mi?- dijo el androide con la misma voz que ella. 
- No, pero tampoco tengo otra alternativa. 
- Buena chica. 
 - Por cierto, te agradecería que volvieras a tener el aspecto de Hugo, me incomoda menos que verte con el mío- dijo mientras sacaba la pequeña base de datos de un bolsillo. 
 - La vida de Hugo puede depender de estos datos- dijo Robmed 
- ¿Si lo volvéis a ver podrías pasarle un mensaje de mi parte? 
- Claro. 
- solo que le quiero, que tenga cuidado y sobre todo que regrese pronto… por favor. 
El androide asintió sonriendo comprensivamente, se levantó de su asiento y salió del reservado y del bar dejando sola a Marina. 


El Tortuga aterrizó y se ancló en aquel pequeño asteroide de los muchos que había en aquel sistema bisolar, en el que había por lo menos dos planetas colonizados casi en exclusiva por los mautones, que eran los que tenían allí el control. Cuatro pequeñas naves de menor envergadura, pero más rápidas y maniobrables, sobretodo en la atmosfera de un planeta, difíciles de localizar, pero muy escurridizas si eran descubiertas, estaban también ancladas. Sus tripulaciones estaban compuestas en exclusiva por pequeños mautones. Dado que los gigantescos bíraros imponían demasiado, fueron Hugo y Norma los que se enfundaron en sus trajes espaciales para descargar la mercancía con la ayuda de A20. A cambio los mautones les entregaron otra mercancía, legal y con los papeles totalmente en regla, con la que podrían entrar en las colonias sin levantar sospechas. Poco después el Tortuga, aterrizaba en el espacio puerto de la mayor colonia de los dos mundos. 
Al bajar de la nave, a Hugo le pareció curioso ver su sombra dividida en dos gracias a la luz proveniente de los soles gemelos. Norma que se le colgó del brazo nada más salir, tenía planificada toda la estancia en el planeta, sus contactos mautones, les proporcionaron los datos de los lugares a los que tenían que acudir en la ciudad, tanto para conseguir provisiones, como para las horas de ocio. Se hospedaron en una pensión, pequeña y cochambrosa, pero que tenía habitaciones para todas las razas conocidas de la galaxia, cercana al espacio puerto, pidieron dos habitaciones, una para los dos bíraros y otra para los dos humanos. En aquella zona, donde se mezclaban todo tipo de razas alienígenas, eran pocos los mautones residentes del planeta, que osaban adentrarse por allí y los que lo hacían era más que por obligación o por falta de recursos, viéndose obligados a convivir con humanos y bíraros, que por distintas razones, estaban anclados allí. Pronto comprendería Hugo que todos los planetas coloniales, pertenecieran a quien perteneciesen, tenían una zona parecida a esa, una auténtica torre de babel, pegada al espacio puerto. Esa noche, fueron a uno de los muchos bares de la zona, donde los pequeños robots camareros (con una estética muy parecida a la de sus creadores mautones), servían todo tipo de bebidas. 
En un momento dado de la noche, Hugo creyó ver en la barra a una chica humana que le recordó a Marina, pero desecho, la idea, probablemente Marina seguía en Oceana y ya se habría olvidado de él, ignorando el mensaje que le envió unas semanas atrás. Entonces la chica de la barra se giró y lo miró sonriéndole, el corazón le dio un vuelco, era ella. Norma que se percató de que Hugo estaba mirando a una desconocida y que esta le devolvía la mirada, celosa, le dio un fuerte codazo, que devolvió a Hugo a la realidad. 
 - ¡Que miras! - Yo… yo…- balbuceó Hugo. 
Norma se le subió encima y le agarró fuertemente del pelo atrayendo su cabeza a la de ella. 
- Yo te enseñaré a no mirar a otra hembra- dijo Norma soltándole un fuerte beso en los labios que casi le deja sin aliento. 
 Los dos bíraros que estaban con ellos soltaron una fuerte carcajada, que resonó en toda la sala y cuando por fin Hugo pudo mirar hacia donde había visto a Marina, esta había desaparecido. 
- Ahora si te parece bien, iremos a la pensión- dijo Norma. 
- Si claro, pero antes debo ir al lavabo, si no te importa. 
Norma volvió a su sitio dejando pasar a Hugo, que se encaminó a los servicios de la cantina. Mientras se alejaba, Norma le hizo una señal a uno de los bíraros para que lo siguiera. En el reservado, notó que alguien le había dejado una nota con una pequeña ampolla en uno de los bolsillos. 

 Es un somnífero, haz que tu compañera se lo beba esta noche y en cuanto puedas reúnete conmigo en la habitación 203 de la pensión. 

 RMD. 

 Aquello lo explicaba todo. Hugo arrugó el papel y lo tiró por el retrete, cuando salió del servicio pidió una botella de vino para llevar al barman y se reunió nuevamente con sus compañeros, guiñándole sonriente un ojo a Norma, mientras le mostraba la botella. 


 Jotacé.

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