lunes, 17 de noviembre de 2014

(D. F. 22) ATRAPADOS


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A pesar de aquellos trajes de supervivencia, resistentes y ajustados al cuerpo de sus ocupantes como si de una segunda piel se tratara, Julia, Pablo y Casandra pudieron ser inmovilizados con hoscas y gruesas cuerdas, por los mutantes y despojados por sus captores tanto de las armas como de las mochilas de supervivencia. Después fueron conducidos a un antiguo y ruinoso rascacielos. A su paso todos los habitantes de aquel nuevo mundo los miraban, algunos con ojos a veces, hambrientos, otros lascivos y otros tan solo con curiosidad. La mayoría de aquellos seres les increpaban o les decían lo que les esperaba. Sus guardianes les llevaron al oscuro sótano del edificio, por suerte para ellos los visores de sus trajes se adaptaron con suma facilidad a aquella oscuridad total. Aquel sótano estaba lleno de todo tipo de objetos pertenecientes a tiempos pasados y mejores, ahora convertidos en inservible y polvorienta basura. 
─ Espero que Arturo y Cesar consigan escapar ─ dijo Julia, sintiéndose impotente. 
─ Tal vez nosotros también podamos, ellos no saben que podemos ver en la oscuridad. ¡Venga ayudadme a mover esta mierda! ¡Buquemos una salida! ─ contestó la siempre resuelta Casandra, a pesar de la enorme montaña de basura. 
Aquella tarea podía llevarles horas y tal vez más tiempo del que precisaban. 
Roca llegó maltrecho y muy enfadado al campamento mutante, un par de horas más tarde. Fracasado en su propósito de atrapar a los dos supervivientes, les contó a los suyos lo ocurrido. 
 ─ ¡Que se marchen si quieren esos dos cobardes! ¡Esta noche comeremos carne fresca! ¡Traed al macho! ─ ordenó el líder mutante. 
 Los mutantes que fueron en busca de Pablo se encontraron con la sorpresa, de que a pesar de la oscuridad, los prisioneros lograron mover una buena parte de un lado a otro la basura del lugar, pero estos de momento seguían sin encontrar una de escape. Se llevaron a Pablo a la gran sala e informaron a Roca de lo ocurrido en el sótano prisión del edificio. 
─ Estos supervivientes no son como otros que hemos cazado otras veces, están llenos de sorpresas. ¡Atadlas de pies y manos! No me fío de ellas. 
Mientras las mujeres eran atadas en su agujero como había ordenado Roca, también a Pablo lo ataron de pies y manos con la deferencia de que a él fue a demás colgado boca abajo, luego con la ayuda de oxidados pero también afilados cuchillos, trataron con muy poco éxito romper aquel traje, pero se resistía más de lo esperado, finalmente encontraron la forma de quitarle la máscara protectora, Pablo tosió varias veces al respirar aquel aire viciado y contaminado. Luego con ayuda de unas enormes tijeras de podar y de fuerza bruta empezaron a romper el resto del traje, cada vez que lograban arrancar un trozo de aquella resistente tela la tiraban a la expectante concentración de mutantes que miraban casi hipnotizados el espectáculo. Le pusieron una mordaza a Pablo para que dejara de gritar mientras le agarraban el cabello para que dejara de agitarse. Tan solo los pies y parte de los brazos siguieron cubiertos por lo que quedaba de ropa el resto quedó al descubierto. Roca alzó un enorme cuchillo, se lo enseño a su público que pedía sangre y la tierna carne de su presa, acercó la afilada hoja a la garganta de Pablo, que cerró los ojos ante la inminente llegada de la muerte, pero antes de que el afilado filo del cuchillo llegara a su cuello, una mano se lo impidió. 

Jotacé.

2 comentarios:

  1. Gracias Demiurgo. Aunque últimamente no dispongo del tiempo que me gustaría para ir repasando y temo se me pasen algunas faltas y fallos gramaticales.

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