sábado, 15 de enero de 2011

(R.F.17) SOBORNO.


Aquella mañana en el trabajo hubo zafarrancho de limpieza, al parecer nuevos posibles clientes, visitaban la fábrica. Cuando llegaron, ya era media mañana, los jefes les dieron el recorrido habitual. Todos bien vestidos con sus trajes y corbatas, de vez en cuando, se paraban un rato delante de una máquina para ver como funcionaba. Donde más rato estuvieron fue delante de Jota, para su sorpresa, uno de los posibles clientes era Luis Garrote. Cuando pasó por su lado, mientras sus jefes le explicaban el trabajo que realizaba, Jota evito cruzar la mirada de Luis y aunque este si lo vio y lo reconoció, fingió que no lo había hecho, Aquellos minutos se le hicieron eternos.
Cuando terminó el trabajo y estaba apunto de llegar a su casa después de aparcar el coche, cerca del portal le esperaba Luis.
- Jota, ¿Puedo hablar con tigo?
- Si, claro.- Contestó Jota dubitativo, pensando que querría información sobre la empresa.
Fueron a un bar cercano y Luis pidió comida y bebida para los dos.
- ¿Te gusta Mónica?
- ¡¿Qué?!- Dijo Jota sorprendido.
- Vamos, no me negaras que no está buena, ¿Verdad?
- Si, si, claro… es muy… muy guapa.
- ¿Estás tonto o que? está realmente buena. Pero pasa, que Mónica está ahora conmigo y no me hace ninguna gracia que halla algún moscardón revoloteando a su alrededor y al decir “moscardón”, me estoy refiriendo a ti.
Jota y Luis se miraron de durante unos segundos muy tensos, segundos que Luis aprovechó para pasarle un sobre a Jota.
- ¿Qué es esto? – Preguntó Jota desconcertado.
- Felicidades, te ha tocado la lotería… y lo único que tienes que hacer, es mantenerte apartado de Mónica. Si no lo haces, puedes perder tu trabajo y créeme, tengo contactos y te será muy difícil encontrar algo, mínimamente cerca.
Jota abrió el sobre, en el interior había un cheque al portador, con un uno y muchos ceros. Antes de poder decir alguna cosa, Luis se estaba levantando ya para dirigirse a la barra. Jota permaneció en silencio, mirando el cheque mientras Luis pagaba la cuenta. Saludó a Jota con la mano y salio por la puerta.
Jota se quedó un rato más en el bar pensativo. No había tenido nada con Mónica, apenas se conocían, si le contaba lo que había ocurrido con Luis se la jugaba.
Durante los días siguientes, Jota estuvo evitando cruzarse con Mónica, pero tampoco se decidía a ingresar el cheque en el banco.
Aún así era imposible no coincidir de vez en cuando, en el portal, o al salir del edificio. Al principio de llegar ella al edificio, el estaba deseando verla, pero era muy raro que coincidieran, ahora que intentaba evitarla, se la encontraba cada dos por tres y tenía que esconderse o salir corriendo para que ella no lo viera a él.
- Hola Jota, Hace días que no te veo.- Le dijo ella una de las veces, cuando se encontraron en la escalera.
- Hola Mónica. Si me disculpas hoy tengo mucha prisa.- Le contestó él apresurando el paso.
Pero cuando peor lo pasó fue en el ascensor.
- ¡Jota! ¡Cuánto tiempo! Tenemos que repetir un día lo de la cena.
- Si, si, claro…
- Oye, ¿Por qué no tomamos una copa?
- Hoy tengo mucha prisa.
- Últimamente siempre tienes mucha prisa, ¿Te pasa algo conmigo?
- No, ¿qué te hace pensar eso?
- Pues que…
En ese momento se abrió la puerta del ascensor.
- Perdona, pero ahora tengo un poco de prisa. Nos vemos, ¿vale?
Esa misma noche mientras cenaba con Luis, Mónica le comentó lo extraño del Jota comportamiento de Jota con ella.
- Bueno, a lo mejor es que ha salido del armario y se siente incomodo contigo.
- ¿Bromeas? Si lo fuera, no me miraría como lo hace, eso sin contar con el echo de que los homosexuales se suelen sentir más cómodos con las chicas que con los heterosexuales de su propio sexo.
- ¡¿Ah, si?! ¿Tienes muchos amigos maricones?
- No, pero los pocos que conozco se suelen comportar así y Jota… Bueno, el dudo mucho que lo sea.
- ¿No habréis tenido relaciones…?
- ¡No! ¡Que cosas tienes! Si apenas nos conocemos. Cuando Luis se fue esa noche de casa de Mónica, antes de ir a la suya, pasó un momento por el despacho, como hacía muchas noches, para observarla a trabes de los monitores de televisión. Para su sorpresa el piso de Mónica estaba a oscuras. “Probablemente se habrá quedado dormida. Tendré que poner cámaras de infrarrojos”. Pensó antes de seguir su camino.
Lo que ocurrió realmente, fue que Mónica, después de darse una ducha, escucho como alguien, posiblemente Jota, entraba en uno de los pisos de arriba. Se vistió y salió, de su apartamento, razón por la cual Luís creyó que ella estaba dormida.
Mónica subió las escaleras y llamó al timbre del piso. Escucho el sonido de pasos y vio como alguien miraba por la mirilla. Temiendo que no quisiera abrirla, ella acercó también el ojo a la mirilla.
- Hola Jota, se que estás ahí, abre.
Jota suspiró y abrió la puerta.
- Hola Mónica. ¿Qué quieres? Es muy tarde y estoy cansado.
- Que me expliques que te he hecho para que me estés evitando continuamente.
- No te estoy evitando, anda vuelve a tu casa que es muy tarde.
- ¡¿Lo ves?! ¡Ya lo estas haciendo otra vez! Creía que éramos amigos!
- Si, bueno… Al principio, cuando llegaste al edificio, eras tu la que parecía esquivarme…
- ¿Es por eso? Oye, yo no te conocía y sabes que estaba huyendo de mi ex, no me fiaba de nadie, pero creo o al menos creía que eso había cambiado. Me parece que hay algo más y no pienso largarme hasta que me digas que es.
Jota permaneció callado un momento, tenía sueño, no tenía ganas de discutir y tampoco se le ocurría ninguna excusa. No tenía escapatoria.
- ¿Es por Luis verdad?- Pregunto ella
- Mira, esta noche estoy muy cansado, mejor hablamos mañana.
- Mañana, ya le habré dicho a Luis que he estado hablando contigo y que estás celoso de él.
- ¡No! ¡No hagas eso! Tú… “novio”, es el celoso y me ha sobornado para que te evite.
- ¡¿Qué!?- Preguntó Mónica incrédula.
- Entra, te enseñaré una cosa.- Mónica siguió a Jota al interior del apartamento y este sacó un sobre de un cagón, abrió el sobre y le enseño el cheque que había dentro.- Me dio este cheque con la condición de que te evitara y para asegurarse de que lo aceptaba, antes se había pasado por mi fábrica como posible cliente para demostrarme su poder o algo así.
- Dios. ¿Por qué no me lo dijiste antes? Ya veo que para ti es más importante el dinero que las personas.
- Si eso fuera cierto, ya habría cobrado el cheque… Lo cierto es que temía que no me creyeras...
- No se que pensar, los tíos cada vez me inspiráis menos confianza. Mónica hizo ademán de marcharse, pero en ese momento sonó el teléfono móvil.
- ¡Si, diga!... ¡Oh, Dios mío! Enseguida voy para allá… No se, cogeré un taxi… Hasta ahora…
- ¿Qué ocurre? ¿Es algo grave?
- Es el novio de mi hermana, ha tenido un accidente y está en uno de los hospitales de la capital.
- ¡Joder! Oye, no hace falta que llames a un taxi. Es una emergencia, ya te llevo yo.
Jota cogió una chaqueta y salieron del piso.

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