miércoles, 20 de abril de 2011

BISIESTO


Tengo, o mejor dicho, aparento, unos veinte años. Me explicaré, nací un 29 de febrero, no os diré de que año, cuando debí cumplir un año, apenas aparentaba unos tres meses. En aquella, las cosas no son como ahora, que a la minima sus madres llevan a sus hijos al medico, a mi madre, en concreto se extrañaba, pero al ser primeriza, tampoco le dio demasiada importancia. Al año mi madre tuvo a mi hermano, alguien con quien compararme, así que cuando a los dos años yo seguía siendo un bebe de seis meses, mientras que mi hermano ya parecía mayor que yo, supo que allí asaba algo raro, Pero siendo dos niños, mis padres aprovecharon para jugar al despiste con los vecino, que también empezaban a hacerse preguntas. Al año se mudaron a la ciudad, donde ellos pensaron que con tanta gente, les sería más fácil pasar inadvertidos. Pero imaginaros mi frustración. Yo que tenía la apariencia de un niño de tres años y la madurez de uno de quince y los celos que cogí por aquel entonces de mi hermano menor, que estaba empezando a experimentar cosas que a mi me eran imposibles.
Con los años, mi hermano se casó y el con su mujer a la cual terminaron haciéndola participe del secreto pasaron por mis padres, mientras que mis auténticos padres, se convirtieron en mis abuelos. Luego llegaron los tiempos duros de la guerra. Por aquel entonces mi padre ya había muerto y mi hermano lo hizo en el frente. Yo con la apariencia de un niño de siete años, pero la inteligencia de uno de veinte era muy avispado y lo que para algunos hubiera podido resultar una desventaja, yo lo convertí en una ventaja. En alguna ocasión me vi obligado a matar a hombres que me superaban en estatura.
La postguerra también fue extremadamente dura y mi cuñada estuvo apunto de venderme a algún médico sin escrúpulos, pero mi madre, ya anciana se las ingenió para cambiar las tornas y hacer que fuera a ella a la que ingresaran en un hospital psiquiátrico, para luego volver a huir. Cuando ella murió, yo me vi obligado a sobrevivir en las calles. ¿Era un niño con la mentalidad de un adulto o un adulto con el cuerpo de un niño? ¿Y que importaba cuando el país en el que me había tocado vivir estaba sumido en una dictadura, en la que sus gobernantes trataban al pueblo como si fueran niños? Privándoles de libertad y enseñándoles a creer sin plantearse nada, eso para mí fue durante mi excesivamente larga niñez una ventaja.
En los años sesenta y setenta yo viví mi adolescencia y haciéndome pasar por hijo de tal o de pascual, conseguí becas que me permitieron aprender y salir del país a lugares donde se respiraba libertad y cada vez que cambiaba de lugar aprendía cosas nuevas, idiomas y costumbres, también aprendí lo que era el sexo… y la soledad, ya que no podía permitirme amigos de larga duración, más que en la distancia. Volví al país en los locos ochenta, poco después de que cayera la dictadura. He probado algunas drogas, pero a la única por la que realmente siento adicción, es a vivir… y bueno tal vez al sexo. He pasado toda mi niñez y adolescencia en el siglo veinte y ahora, con este siglo que acaba de empezar apenas aparento unos veinte años. No se que me deparará el futuro, pero si ningún accidente me lo impide o no nos cargamos el mundo antes, pienso que será muy interesante ver hasta donde llega la humanidad mientras yo me hago viejo con mucha, pero que mucha calma…

J.C.

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