lunes, 15 de abril de 2013

(H.C. 19) DIOSES O DEMONIOS

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Tanto la frecuencia de los artefactos que se habían dejado en el planeta los piratas, como la escasa tecnología que llevaban consigo los náufragos, era indetectable para las naves de la alianza, que rastreaban aquel mundo en busca de tecnología avanzada, por otro lado el camuflaje de Robert era tan perfecto que carecía de ningún tipo de señal tecnológica que se pudiera detectable y mucho menos desde el espacio, desde donde las únicas formas de tecnología que podían ver gracias a las cámaras de alta resolución, eran las que los nativos habían creado con la ayuda y “sabiduría” de sus falsos dioses basada en el vapor, casi toda ella destinada a la minería o a conseguir esclavos para las minas de ambrosío. En los últimos días dicha actividad se concentraba sobre todo por la costa del continente donde los piratas espaciales estaban formando su pequeño imperio, gracias a los jefes natívos que se habían puesto a su disposición a si como a su pueblo. Entretanto los tres náufragos terrícolas que habían conseguido por fin desembarcar, se alejaban todo lo rápido que podían de la costa, ayudados por el joven nativo marinero Fizo, que además de acercarse a los pueblos cercanos a su camino, los cuales estaban atemorizados por las fuerzas del imperio pirata, para conseguir provisiones, siempre que la ocasión lo requería intentaba darles un mensaje de esperanza hablándoles de sus amigos dioses. 
- ¿Y dices que tres dioses de gran poder, cayeron en el mar y vienen hacia aquí para liberarnos de los dioses malignos que nos gobiernan?- dijo uno de los nativos en uno de esos pueblos. 
- He oído que los soldados del imperio, buscan a unos demonios que según ellos vienen por el mar, tal vez esos demonios son los dioses a los que nuestro amigo se refiere. 
- ¡Si, Son ellos! Los auténticos demonios son los que os gobiernan y esclavizan. 
- Lo que estás diciendo joven es muy peligroso. Demonios o dioses, nuestros gobernantes tienen ojos y oídos por todas partes y si es verdad que hay una recompensa por tus dioses, yo de ti iría con mucho cuidado joven extranjero- dijo uno de los ancianos del lugar. 
Aunque para la gran mayoría de nativos, aquellos dioses que les gobernaban con mano de hierro estaban malditos, también habían muchos que ya fuera por que estaban sacando provecho o por simple credulidad, que pensaban que aquellos dioses llegados del cielo, les habían traído la prosperidad que de otro modo tardarían siglos en conseguir y estaban dispuestos a someterse de buen grado a su designio. El viejo nativo tenía razón y sus enemigos pronto estarían tras su pista. 


A través del hiperespacio las transmisiones que tardarían siglos en llegar de un mundo a otro, apenas tardaban unos días, mucho menos tiempo que las naves espaciales. El plazo para que las naves que guardaban aquel mundo de escaso desarrollo tecnológico rastrearan el planeta en busca de piratas o supervivientes, había pasado y los últimos informes, tanto de actividad tecnológica, como de tráfico espacial por los alrededores eran negativos. Para regocijo de las naves de la alianza que patrullaban el sector, por fin les llegó la orden de retirarse y acudir a nuevos destinos. Por otro lado, aunque seguía el contrabando de ambrosío, por todas las colonias de la galaxia, su transito estaba empezando a disminuir considerablemente, a medida que todo el material almacenado en todas las bases esparcidas por la galaxia empezaban a vaciarse. El bíraro conocido con el apodo de Dios y que lideraba a los piratas y contrabandistas de dicho elemento, temía que las autoridades empezaran a relacionar dicha disminución del contrabando con el planeta, así que en cuando supo que las naves de la alianza, abandonaban el sector, ordenó a sus sicarios que empezaran a preparar el regreso al planeta. 


En Oceana, Marina había perdido la pista tanto de Snyder como de los contrabandistas, gracias a la intervención de Víctor, que la había entretenido en el espacio puerto. Víctor, le prometió usar sus contactos para retomar la pista y encontrar más información, sin embargo siempre que creían estar tras algo interesante, resultaba ser una pista falsa. La tripa de Marina había empezado a crecer y con la barriga de la chica se estaban empezando a desvanecer las esperanzas, que la chica tenía de vengar al padre de la criatura. 
- Marina, es inútil que trates de vengarlo, con ello no conseguirás nada, más bien al contrario, podrías perder a esa criatura que es lo único que te queda de Hugo e incluso tu propia vida. 
- ¡¿Pero no lo entiendes?! ¡No puedo quedarme de brazos cruzados mientras esos asesinos se salen con la suya! 
- Te propongo un trato, cásate conmigo y te prometo que encontraré a esos mal nacidos y les haré pagar, aunque me lleve toda la vida. Pero por favor, te pido que dejes de investigar, no en tu estado. 
- Está bien… haremos una cosa, si los encuentras antes de que la niña nazca y me casaré contigo- dijo Marina, palpándose su tripa con una sonrisa en el rostro. 
- ¡Te lo prometo!- dijo Víctor lanzándose sobre ella y besándola en los labios. 


En el planeta salvaje. Ya anochecía, cuando Fizo regresaba con las provisiones al escondite en lo más profundo del bosque, donde le esperaban sus amigos terrestres. Pero más acostumbrado a viajar por mar que por tierra le pasó totalmente inadvertida la presencia de un espía, que le venía siguiendo desde el pueblo, Fizo creía que el crujir de las ramas y los sonidos que el espía realizaba, provenían de las criaturas que habitaban el bosque, ya fueran de presas o de depredadores. Sin embargo para Robert, que podía ver en la noche más oscura como si fuera totalmente de día, dicha presencia fue captada inmediatamente y sin que ninguno de sus compañeros se diera cuenta de lo que ocurría, se abalanzó sobre el espía de un salto, derribándolo en el suelo. 
- ¡No me hagáis daño, por favor!- gritó el aterrorizado espía nativo. 
 - ¡¿Qué es lo que quieres?!- dijo Robert amenazante. 
 - He oído rumores sobre prodigiosos dioses que traerán la libertad a nuestro pueblo y… 
 - ¡Estás mintiendo! 
 - Temo, que la culpa sea mía, yo propagué dichos rumores- dijo Fizo Todos se lo quedaron mirando. 
 - De todas maneras está mintiendo- dijo Robert que seguía sujetando a su presa- ¡Esas no son sus verdaderas intenciones! 
 - Yo… yo… Es cierto que sois dioses, nos habían dicho que sois demonios y ofrecen recompensa por toda la información que se dé, de vuestra presencia. Pero es él, el que decía la verdad, si fuerais demonios ya me habríais matado o devorado. 
- ¡Esta bien Robert! ¡Suéltalo ya!- Ordenó Yumi. 
- ¡Oh Dioses! ¡Otra señal! ¡Alabados seáis!- dijo el espía con la mirada fija en el cielo. 
 Todos miraron hacia arriba para ver como lo que parecían un montón de estrellas fugaces dirigiéndose a un mismo punto en el horizonte. El espía se arrodilló ante ellos, adorándolos y esta vez Robert supo que era verdaderamente sincero. 


Jotacé.

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