lunes, 1 de abril de 2013

(H.C. 18) EL TRAIDOR


Los líderes de las tres naves de la alianza que habían participado en la emboscada al asteroide, junto con sus oficiales de más alta graduación, se reunieron en la nave de los bíraros, para analizar lo que había podido salir mal. La capitana Yumi Otomo se hizo acompañar de su segundo de abordo, Robert Rico y del androide Robmed, que tras su uniforme llevaba la apariencia de un apuesto actor de mediados del siglo veinte. No cabía duda, los contrabandistas habían sido avisados por algún espía traidor. Inevitablemente, todos se echaban la culpa unos a otros, pero la lealtad del teniente Snyder y su actuación durante todo el asalto habían quedado seriamente en entredicho, al menos entre los mautones, que lo hacían responsable de la muerte de algunos de sus hombres, aunque también culpaban de ello a la temeraria actitud de los bíraros participantes en el asalto. Para los bíraros sin embargo, la actitud del teniente humano, había sido digna de elogio y comparable a la de los bíraros y echaban la culpa a la lentitud de los mautones que achacaban a su “natural cobardía” lo que les había hecho fracasar en la misión.        
- ¡Señores! Es evidente que todos hemos tenido algo de culpa en la misión- dijo Otomo en tono conciliador- aunque no cabe ninguna duda de que en una de las tres tripulaciones hay un traidor, puede incluso que todos tengamos a un traidor, ya que el asteroide fue abandonado antes de nuestra llegada. Sería sensato pues, que antes de lanzarnos acusaciones unos a otros resolviéramos nuestros propios problemas internos. Hasta entonces es mejor que realicemos las misiones por separado.     
Todos se miraron unos a otros malhumorados, sin más remedio que dar la razón a la capitana Otomo.        
De regreso en el Cristóbal Colón. Yumi Otomo, después de mandar poner rumbo al planeta colonial terrestre más próximo en su trayectoria, ordenó una reunión de urgencia, para ver que era lo que había podido salir mal. A la reunión, asistieron además de Yumi, Robert y Robmed, el teniente Snyder al que consideraban máximo responsable del desastre.    
- ¡¿Soy yo el responsable de que la base pirata estuviera deshabitada cuando llegamos?! ¡¿De qué el choque con el caza bíraro me dejara incomunicado o de qué los piratas hubieran minado el asteroide?! - dijo Snyder ofendido.          
- ¡No consentiré que me alce la voz! ¡Además si usted no hubiera tomado la iniciativa de explorar el asteroide por su cuenta, no abrían muerto los mautones!          
- ¡Oh, claro que si! ¡Probablemente habríamos muerto todos! ¡¿O es que olvida que los piratas que quedaban allí estaban minando el asteroide?! ¡Capitana aquello era una auténtica trampa, en todos los sentidos! Se que desobedecí ordenes y que no merezco una medalla precisamente, pero sabe que estoy diciendo la verdad. ¿Además que hay del piloto Hugo Cortes? Es uno de mis mejores hombres, pero desde que volvió de Oceana a cambiado.  
- Cortes, carecía de la información necesaria para avisar de la emboscada- intervino Robmed- además no veo como hubiera podido informar a los piratas.           
- Yo tampoco, pero aún así…        
- Está bien teniente, retírese. Tomaremos las medidas oportunas. Snyder, imaginaba cuales serían dichas medidas, así que tomó sus propias precauciones.        
Hugo descansaba en su camareta después de la intervención en el asteroide, cuando junto con sus compañeros de sección, fueron convocados por el teniente para iniciar un entrenamiento rutinario. Ya que podían tener un ataque en cualquier momento, los pilotos debían afrontar los entrenamientos en situaciones de extremo cansancio, para poder confrontar el pilotaje con tanto extres, pero la auténtica razón por la que toda su sección fue llamada para el entrenamiento era otra totalmente distinta.
Así mientras Hugo se sumía en una batalla virtual, que simulaba una ofensiva casi suicida. El teniente Snyder que sabía que desde la aventura de su piloto en Oceana, había dudas respecto a su lealtad, decidió despejar dichas dudas colocando el pequeño equipo de transmisión, codificado en la taquilla de Hugo. Poco después del entrenamiento rutinario, tal y como había sospechado Snyder se hizo una inspección por sorpresa.
Los soldados entraron primero en los camarotes de los oficiales, donde no encontraron nada, luego les toco a los pilotos, camarote por camarote hasta llegar a la que Hugo compartía con sus compañeros y como Snyder había previsto, el sistema de comunicaciones pirata fue encontrado entre las cosas de Hugo, que fue arrestado inmediatamente a pesar de sus quejas y ante la mirada atónita e incrédula de sus compañeros, que vieron impotentes como se lo llevaban al calabozo. Al rato fue sometido a un interrogatorio por una oficial de impoluto uniforme y pose estricta.         
- ¿Por qué no reconoce lo evidente soldado? Todas las pruebas apuntan contra usted- dijo la severa mujer.      
- La única prueba que poseen es un transmisor que yo no había visto en mi vida. Además a los soldados y pilotos, nos es imposible entrar ese tipo de cosas sin que los sistemas de seguridad lo detecten.     
- ¿Quiere decir que tiene un cómplice? ¿Me puede dar la identidad de dicho cómplice?          
- ¡Pero que cómplice ni que niño muerto! ¡¿Es que no escucha?! ¡Yo no puse eso ahí! Ni se quién lo puso, pero es evidente que quien lo ha hecho quiere comprometerme.         
- Por su bien, es mejor que colabore…- dijo la mujer.    
El interrogatorio duró varias horas, la oficial al igual que uno de los soldados que habían llevado a cabo el registro y que había observado la reacción de todos los sospechosos era el cambiante Robmed, que cuando terminó la sesión de preguntas con Hugo, volvió a reunirse con la capitana. 
- Sin la menor duda, es inocente. Pero si lo soltamos, el verdadero culpable sabrá que vamos tras él.       
- ¿Y que sugieres Rob?        
- De momento dejarlo donde está, al menos hasta llegar a la próxima colonia de avituallamiento, a menos que el auténtico espía de un paso en falso. Pero sospecho que de momento irá con más cuidado y más teniendo en cuenta que no tiene forma de informar a sus cómplices.    
La capitana suspiró mirando por la ventanilla de su camarote.  
- ¿Sabe quien es el traidor?       
- Lo sospecho, pero necesitaremos pruebas para desenmascararlo o cogerlo con las manos en la masa, tal vez necesitemos a alguien de fuera, pero de confianza para dar con él y creo que se quien puede ayudarnos.                                   
Jotacé.

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