lunes, 3 de noviembre de 2014

(D. F. 20) ¡ES UNA TRAMPA!


Las dos horas transcurridas desde que salieron de su improvisado refugio transcurrieron en un tenso silencio, incluso los sonidos de aquella fauna cambiante de su alrededor había cesado. La sensación de que alguien seguía al grupo desde hacía horas era constante para Cesar, esa misión le daba mala espina ya incluso antes de salir de la ciudad subterránea y estaba convencido de que Arturo con sus extrañas pesadillas les ocultaba algo, pero eso de momento había pasado a un segundo plano, y la sensación de un peligro inminente lo mantenía alerta. Estaba de advertir al resto del grupo sobre sus sospechas cuando estas se confirmaron con un inmenso y ensordecedor estruendo. A sus espaldas, las paredes de los edificios empezaron a derrumbarse, llenándolo todo de polvo y escombros, corrieron hacia delante, intentando ponerse a salvo. Gracias a sus trajes protectores podían seguir respirando normalmente, pero la visibilidad se vio considerablemente mermada.                                                                                                                                      
─ ¡Retroceded! ¡Es una trampa! ─ les gritó Cesar a sus compañeros.                        
Entre el polvo vio la figura indistinguible de uno de sus compañeros girándose hacia él. Mientras empezaba a subir por la montaña de escombros, una lluvia de piedras calló sobre él, pero cesó en cuanto llegó a la cima de la montaña, se giró un momento para asegurarse de que sus compañeros le seguían, solo vio aquella sombra de uno de ellos y ni rastro de sus siniestros atacantes. Bajó todo lo más rápido posible. El polvo se disipaba despacio, una vez abajo se giró para esperar a sus compañeros, solo vio a uno de ellos, la figura de un hombre, Pablo o tal vez Arturo, descendía despacio con cuidado, aun así le fue imposible evitar salir rodando. Arturo quiso ir en su ayuda, pero en ese momento una piedra calló a sus pies y un grupo de mutantes apareció en la cima, imposible ayudar a sus compañero, al menos de momento.                                  
Al otro lado de los escombros, Casandra se dio cuenta de la trampa demasiado tarde y cuando intentó advertir a sus compañeros de lo que ocurría gruesas redes cayeron sobre ella, Pablo y Julia, enseguida se vieron rodeados de mutantes. El que parecía su líder ordenó desarmarlos y quitarles las mochilas con el equipo de supervivencia, fueron atados y como si de animales de trataran les pusieron cuerdas alrededor del cuello para ser conducidos a la guarida de aquellos seres semihumanos. El líder de aquella horda, junto con otros cuatro mutantes se dispuso a seguir a los dos fugitivos que parecían haber escapado de la trampa.
Arturo era el único que escucho el grito de advertencia de Cesar pero en ningún momento se pasó por la cabeza advertir al resto de sus compañeros, en vez de eso empezó a ascender por los escombros lo más rápido posible. Su traje, como el del resto de sus compañeros era como una segunda piel, pero tan resistente que era capaz de amortiguar las pedradas con la que sus atacantes intentaron hacerle retroceder, al llegar a la cima, como le ocurriera a Cesar las pedradas pararon, pero al girarse atrás vio que quienes le seguían a cierta distancia era un grupo un pequeño grupo de mutantes. Empezó a descender detrás de Cesar, pero extremando la precaución, aún así salió rodando montaña abajo. Entre el polvo levantado por la caída creyó ver a Cesar ir hacia él, pero se detuvo en seco y empezó a correr. Arturo se creyó perdido, pero entre los escombros vio un pequeño agujero formado por el resto de las paredes y allí se escondió lo mejor que pudo para ver instantes más tarde como sus perseguidores pasaban. Aterrorizado permaneció allí agazapado todo el tiempo que pudo, hasta creerse seguro.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             Jotacé. 

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