lunes, 19 de noviembre de 2012

(H.C. 10) PERSECUCIÓN EN OCEANA

Marina acompañó en una motojet a Hugo asta el cuartel de las autoridades Terrestres en Océana, pero ella se quedó en la calle, donde se despidieron. En el vestíbulo del cuartel, Hugo pudo comprobar, que toda la inútil burocracia, había sido transplantada al cerebro electrónico de los distintos robots conserje, que se encargaban de atender las denuncias, detrás de los mostradores. 
 - ¿Posee alguna prueba, grabación sonora, visual, tridimensional o cualquier otra forma de demostrar los hechos que me está contando?- preguntó el robot. 
- Pues… la verdad es que en ese momento, lo último que se me ocurrió fue pararme a grabar nada. 
- En ese caso, señor, el departamento de policía siente mucho no poder ayudarle. 
 - Bueno, había una chica que me ayudó a salir de allí, ella puede atestiguar lo que he dicho. 
 - ¿Tiene la testigo una grabación, sonora, visual, tridimensional o alguna otra forma de demostrar que esos hechos que ocurrieron realmente? 
 - ¿Ha usted que le parece? ¡Ya le he dicho que nos estaban persiguiendo! 
 - En ese caso señor, el departamento de policía siente mucho no poder ayudarle. 
 - Pues vamos listos.- dijo Hugo, disponiéndose a irse de allí. 
- Perdona, que te moleste.- dijo un individuo vestido de paisano, con pantalones cortos y camisa hawaiana, muy al estilo de Oceana y enseñándole una placa de policía.- Soy el agente Jones y no he podido evitar oír tu conversación con el conserje. 
 - ¿Si? 
 - Tal vez si me dices donde ocurrió lo que le has contado él, podamos encontrar grabaciones en el local donde paso todo. No es muy normal que unos desconocidos se pongan a perseguir a un piloto de las fuerzas armadas de permiso y presiento que aquí puede haber gato encerrado. 
 - Ya era hora de que alguien me hiciera caso. 
 El agente Jones, condujo a Jota a un solitario callejón, donde les esperaba un vehiculo. Para su sorpresa, en el interior le esperaban Norma con todos sus compinches, el negro de casi dos metros y el bíraro. 
 -Hola cariño. No nos ha dado mucho tiempo a conocernos mejor.- dijo Norma. 
Hugo se giró lívido hacia el agente Jones, el cual ya estaba sacando un arma. En ese momento una motojet, conducida por una mujer que ocultaba su rostro debajo de un colorido casco, envistió al policía. 
 - ¡Corre, sube!- apremio la voz de Marina bajo el casco. 
 Los ocupantes del vehículo, intentaron agarrarlo sin éxito y Hugo subió en la motojet, que salió disparada al igual que el vehículo de sus perseguidores, reanudando nuevamente la persecución que había tenido lugar en el bar. 
 - A todas las unidades, un sospechoso escapa en una motojet, conducida por una mujer…- empezó a informar el agente Jones, todavía tirado en el suelo. 
 - ¡Vaya, parece que ese hijoputa, era realmente un poli y está llamando a sus compañeros para que nos persigan!- dijo Marina. 
 - ¡¿Y qué piensas hacer?! 
 Marina, concentrada en escapar de sus perseguidores, ignoró a Hugo. Por suerte, conocía la isla como la palma de su mano y tanto como a su isla a muchos de sus habitantes, así que se metió por un laberinto de estrechos callejones peatonales, cercano al puerto, por los que era imposible que entrara un vehículo más grande que una motojet, sin embargo en un momento dado en el que las calles volvían a ser más anchas, el pequeño vehículo de Marina, se metió dentro de un gran contenedor, que se cerró tras ellos. 
 - ¡Estamos listos!- dijo ella por el comunicador del casco Enseguida el contenedor empezó a moverse. 
 - ¡Ey! ¡¿Adonde vamos?!- preguntó Hugo preocupado. 
 - Tranquilo, ya estamos a salvo.- dijo Marina quitándose el casco. Pero después de todo lo ocurrido, la desconfianza de Hugo era total y sin vacilar un solo instante, inmovilizó a Marina agarrándola por el cuello y empujándola contra la pared del contenedor. 
 - ¿A salvo de quien? ¿Quiénes eran esos tipos y quien coño eres tú? ¿Cómo se que no estás con ellos y que no me llevas directo a una trampa? 
- Yo… yo… ¡Suéltame, me haces daño! 
En ese momento, vio aparecer una amenazadora sombra, de alguien que se acercaba a su espalda, apenas tubo tiempo de reaccionar antes de recibir un golpe en la cabeza que le dejó inconsciente. 


 Cuando despertó, estaba atado a un potro de tortura completamente desnudo. Marina, Norma y un robot que en sus cuatro brazos tenía numerosos artilugios de cirujano y de tortura, lo miraban con bastante curiosidad. 
 -¡¿Qué queréis de mi?!– preguntó, visiblemente asustado 
 - Tranquilo, no pasa nada, solo te trocearemos para vender tus órganos en el mercado negro.- dijo Marina. 
- Pero por que yo, por que a mi, ni siquiera os conozco de nada. Norma se acercó amenazadora a Hugo, a medida que se acercaba su voz se volvía más grave. 
- Claro que nos conocemos Hugo y tengo ganas de verte sufrir desde la primera vez que nos vimos en la Ciudad Casino de la Luna.- dijo mientras se transformaba delante de él en su rival en el Cristóbal Colón, Cesar Conrad. 
- ¡Tú no puedes estar aquí! ¡El Cristóbal Colón todavía tardará en llegar a Oceana! 
 - Es que ya no estamos en Oceana, tarugo.- dijo Marina, la cual se había convertido en un gigantesco y amenazador bíraro, de afilado, puntiagudo y dentado pico.- A los bíraros nos encanta la carroña humana.- añadió relamiéndose. 
 Todos los aparatos quirúrgicos del robot se pusieron en marcha y este se acercó a Hugo blandiéndolos de forma amenazadora. 

 En ese momento Hugo despertó en una cama. Muy al contrario que en su pesadilla, estaba vestido y acostado en la litera del camarote de un barco, en medio del mar, por lo que pudo ver a través del pequeño ojo de buey. Las dos únicas prendas que sus captores le habían quitado, eran la casaca del uniforme, que estaba colgada en una percha al lado de la puerta y los zapatos, que estaban junto a la litera. Terminó de vestirse y comprobó para su sorpresa que la puerta del camarote también estaba abierta, buscó infructuosamente, algo que le pudiera servir de arma, para enfrentarse con sus captores, así que salió al estrecho pasillo del yate, intentando pasar desapercibido, cosa que parecía fácil ya que estaba vacío. Pero al acercarse a la puerta que daba al exterior escucho voces, eran Marina y otro tipo. Escapar podía ser más complicado de lo que en un principio parecía. ¿Y adonde se dirigiría si conseguía salir de allí? De todas maneras, sería interesante escuchar la conversación antes de conseguir escapar, así que se acercó un poco más a la salida, procurando permanecer oculto en el interior del yate. Evidentemente, sus captores estaban hablando de él...



Jotacé.

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