Marina acompañó en una
motojet a Hugo asta el cuartel de las autoridades Terrestres en
Océana, pero ella se quedó en la calle, donde se despidieron. En el
vestíbulo del cuartel, Hugo pudo comprobar, que toda la inútil
burocracia, había sido transplantada al cerebro electrónico de los
distintos robots conserje, que se encargaban de atender las
denuncias, detrás de los mostradores.
- ¿Posee alguna
prueba, grabación sonora, visual, tridimensional o cualquier otra
forma de demostrar los hechos que me está contando?- preguntó el
robot.
- Pues… la verdad es que en ese momento, lo último
que se me ocurrió fue pararme a grabar nada.
- En ese caso,
señor, el departamento de policía siente mucho no poder
ayudarle.
- Bueno, había una chica que me ayudó a salir
de allí, ella puede atestiguar lo que he dicho.
- ¿Tiene la
testigo una grabación, sonora, visual, tridimensional o alguna otra
forma de demostrar que esos hechos que ocurrieron realmente?
- ¿Ha
usted que le parece? ¡Ya le he dicho que nos estaban
persiguiendo!
- En ese caso señor, el departamento de
policía siente mucho no poder ayudarle.
- Pues vamos
listos.- dijo Hugo, disponiéndose a irse de allí.
- Perdona, que
te moleste.- dijo un individuo vestido de paisano, con pantalones
cortos y camisa hawaiana, muy al estilo de Oceana y enseñándole una
placa de policía.- Soy el agente Jones y no he podido evitar oír tu
conversación con el conserje.
- ¿Si?
- Tal vez
si me dices donde ocurrió lo que le has contado él, podamos
encontrar grabaciones en el local donde paso todo. No es muy normal
que unos desconocidos se pongan a perseguir a un piloto de las
fuerzas armadas de permiso y presiento que aquí puede haber gato
encerrado.
- Ya era hora de que alguien me hiciera caso.
El
agente Jones, condujo a Jota a un solitario callejón, donde les
esperaba un vehiculo. Para su sorpresa, en el interior le esperaban
Norma con todos sus compinches, el negro de casi dos metros y el
bíraro.
-Hola cariño. No nos ha dado mucho tiempo a conocernos
mejor.- dijo Norma.
Hugo se giró lívido hacia el agente
Jones, el cual ya estaba sacando un arma. En ese momento una motojet,
conducida por una mujer que ocultaba su rostro debajo de un colorido
casco, envistió al policía.
- ¡Corre, sube!- apremio la voz de
Marina bajo el casco.
Los ocupantes del vehículo, intentaron
agarrarlo sin éxito y Hugo subió en la motojet, que salió
disparada al igual que el vehículo de sus perseguidores, reanudando
nuevamente la persecución que había tenido lugar en el bar.
- A todas las unidades, un sospechoso escapa en una
motojet, conducida por una mujer…- empezó a informar el agente
Jones, todavía tirado en el suelo.
- ¡Vaya, parece que
ese hijoputa, era realmente un poli y está llamando a sus compañeros
para que nos persigan!- dijo Marina.
- ¡¿Y qué piensas
hacer?!
Marina, concentrada en escapar de sus perseguidores,
ignoró a Hugo. Por suerte, conocía la isla como la palma de su mano
y tanto como a su isla a muchos de sus habitantes, así que se metió
por un laberinto de estrechos callejones peatonales, cercano al
puerto, por los que era imposible que entrara un vehículo más
grande que una motojet, sin embargo en un momento dado en el que las
calles volvían a ser más anchas, el pequeño vehículo de Marina,
se metió dentro de un gran contenedor, que se cerró tras ellos.
- ¡Estamos listos!- dijo ella por el comunicador del
casco Enseguida el contenedor empezó a moverse.
- ¡Ey!
¡¿Adonde vamos?!- preguntó Hugo preocupado.
- Tranquilo, ya
estamos a salvo.- dijo Marina quitándose el casco. Pero después
de todo lo ocurrido, la desconfianza de Hugo era total y sin vacilar
un solo instante, inmovilizó a Marina agarrándola por el cuello y
empujándola contra la pared del contenedor.
- ¿A salvo de
quien? ¿Quiénes eran esos tipos y quien coño eres tú? ¿Cómo se
que no estás con ellos y que no me llevas directo a una trampa?
-
Yo… yo… ¡Suéltame, me haces daño!
En ese momento, vio
aparecer una amenazadora sombra, de alguien que se acercaba a su
espalda, apenas tubo tiempo de reaccionar antes de recibir un
golpe en la cabeza que le dejó
inconsciente.
Cuando despertó, estaba
atado a un potro de tortura completamente desnudo. Marina, Norma y un
robot que en sus cuatro brazos tenía numerosos artilugios de
cirujano y de tortura, lo miraban con bastante curiosidad.
-¡¿Qué
queréis de mi?!– preguntó, visiblemente asustado
- Tranquilo,
no pasa nada, solo te trocearemos para vender tus órganos en el
mercado negro.- dijo Marina.
- Pero por que yo, por que a
mi, ni siquiera os conozco de nada. Norma se acercó amenazadora a
Hugo, a medida que se acercaba su voz se volvía más
grave.
- Claro que nos conocemos Hugo y tengo ganas de verte
sufrir desde la primera vez que nos vimos en la Ciudad Casino de la
Luna.- dijo mientras se transformaba delante de él en su rival en el
Cristóbal Colón, Cesar Conrad.
- ¡Tú no puedes estar aquí! ¡El
Cristóbal Colón todavía tardará en llegar a Oceana!
-
Es que ya no estamos en Oceana, tarugo.- dijo Marina, la cual se
había convertido en un gigantesco y amenazador bíraro, de afilado,
puntiagudo y dentado pico.- A los bíraros nos encanta la carroña
humana.- añadió relamiéndose.
Todos los aparatos
quirúrgicos del robot se pusieron en marcha y este se acercó a Hugo
blandiéndolos de forma amenazadora.
En ese momento Hugo despertó
en una cama. Muy al contrario que en su pesadilla, estaba vestido y
acostado en la litera del camarote de un barco, en medio del mar, por
lo que pudo ver a través del pequeño ojo de buey. Las dos únicas
prendas que sus captores le habían quitado, eran la casaca del
uniforme, que estaba colgada en una percha al lado de la puerta y los
zapatos, que estaban junto a la litera. Terminó de vestirse y
comprobó para su sorpresa que la puerta del camarote también estaba
abierta, buscó infructuosamente, algo que le pudiera servir de arma,
para enfrentarse con sus captores, así que salió al estrecho
pasillo del yate, intentando pasar desapercibido, cosa que parecía
fácil ya que estaba vacío. Pero al acercarse a la puerta que daba
al exterior escucho voces, eran Marina y otro tipo. Escapar podía
ser más complicado de lo que en un principio parecía. ¿Y adonde se
dirigiría si conseguía salir de allí? De todas maneras,
sería interesante escuchar la conversación antes de conseguir
escapar, así que se acercó un poco más a la salida, procurando
permanecer oculto en el interior del yate. Evidentemente, sus
captores estaban hablando de él...
Jotacé.
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