lunes, 26 de noviembre de 2012

(L.P. 22) AMOR Y SANGRE


La oscuridad en el zulo era total, la cual cosa hacia que se agudizaran el resto de sentidos. Así Vicente podía sentir el contacto con la piel de Alicia, la cual dormía abrazada a él, ambos desnudos bajo las sabanas, sentía la breve pero agradable erección que el contacto con la suave piel de ella le provocaba, su respiración, profunda pero tranquila y en cierto modo la paz. Alicia había roto con su rutina de asesinatos sin sentido e incluso, el espectro de su padre atormentándolo, aparecía con menos frecuencia de la habitual. Aunque en aquel, momento lo podía sentir, al otro extremo de la habitación con su mirada espectral observándolo, sabía que a pesar de todo, él siempre estaba allí mirando y esperando la oportunidad para volver a atormentarlo. 
- No es buena idea que le dejes la puerta abierta a tu “novia”. Al final se ira, sabrá que no es una asesina como tú y te delatará. ¿Y entonces qué, eh?- dijo su padre en aquella conversación a duerme vela.- lo único inteligente que puedes hacer es matarla, ahora que todavía estas a tiempo. De hecho este sería un buen momento para hacerlo, solo tienes que darte la vuelta, ponerte enfrente de ella y estrangularla, seguro que ella lo comprenderá y hasta cierto punto, hasta disfrutará mientras muere.  
- No.- dijo él en un leve susurro.       
- Vamos, en el fondo lo estas deseando.     
Vicente se dio la vuelta como le dijo su padre, le cogió a Alicia del cuello y empezó a apretar, ella abrió los ojos desorbitados por la angustia y mientras moría en sus manos, podía escuchar claramente la risa alocada de su padre.            
- ¡NO!- grito Vicente incorporándose sudoroso .    
Alicia, detrás de él, despertó sobresaltada y encendió la lámpara que había al lado del colchón.         
- ¿Qué pasa cariño, has tenido una pesadilla?- dijo acariciándole la cabeza y la espalda.
En un rincón del Zulo vio a su difunto padre, con una sonrisa siniestra dibujada en su rostro. - Yo… yo… t-tenemos que salir de aquí. Tengo que explicarte una cosa. 
La puerta del zulo, daba a una escalera de mano que llevaba a una pequeña trampilla, que a su vez estaba en el interior de una destartalada caravana sin ruedas. De allí cruzaron la chatarrería asta la casa, todavía faltaban varias horas para que amaneciera. Vicente hizo sentarse a Alicia en la mesa que tenía en la cocina y preparó café para los dos, mientras comenzaba a hablar.         
- Tienes que marcharte, si no lo haces terminaré matándote.  
- ¡¿Qué?! Si me voy la policía me encontrará, me meterán en la cárcel por matar a aquella chica.- dijo visiblemente asustada.
- Somos iguales ¿recuerdas?           
- No, no lo somos. Tú no has matado a nadie… aquella chica que apuñalaste sigue viva y todos te están buscando.      
- Pero si lo hago, querrán saber donde he estado y yo no quiero que sepan nada de ti… Además, seguramente me encerrarán en un manicomio o algo así y… ¡me separarán de ti!- Alicia se abrazó a Vicente sollozando.- No quiero que me alejen de ti, quiero que todo siga como hasta ahora, pero si eso no puede ser, prefiero que me mates.       
- Tranquila pequeña, tranquila.- dijo Vicente acariciándole el pelo, se miraron un momento a los ojos y se besaron.- Anda, volvamos a la cama.                           
Al día siguiente, su padre seguía metido en su cabeza diciéndole lo que le esperaba e incitándolo a matar a Alicia, mientras él miraba continuamente el lugar donde ella permanecía oculta, como hacía todos los días sobre todo desde que le dejaba las puertas de acceso abiertas. Uno de sus encargados, aquel con él que tenía mayor confianza, se había dado cuenta de la fijación de Vicente por la destartalada caravana y sospechaba que allí podía haber algún secreto que su jefe les estaba ocultando, también le llamó la atención su comportamiento que en los últimos días se había vuelto más extraño de lo habitual.           
- Vicente, te veo preocupado. ¿Ocurre algo?- le preguntó mirando también hacia la caravana.        
- No, nada…- dijo Vicente taciturno. Pero cuando su empleado hizo ademán de irse, Vicente le volvió a llamar.- Escucha, tengo que ir a hacer un recado y no se cuando voy a regresar, si ves que me retraso, cierra tu por mi. 
- Vale, sin problema.        
Luego cogió, su coche y se dirigió a la comisaría más próxima. Iría a la policía y se lo contaría todo, lo de los asesinatos y lo del secuestro. Lo último que quería era tener que matar a Alicia, pero como su padre le decía continuamente al final se vería obligado a hacerlo. Buscó un sitio donde aparcar, lo más cercano posible del cuartel.  
- ¡Eres un cobarde gilipollas! ¡¿Ahora quieres engañarte a ti mismo y hacerte creer que tienes conciencia?! ¡Eres un débil y un blando!   
-¡Cállate! ¡Tú no lo comprendes! ¡Nunca has querido a nadie! ¡Ni siquiera a mi madre!         
- ¡¿Y tú si?! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Te estás engañando a ti mismo!   
La discusión con su padre en el coche, duró varias horas, hasta que un policía llamó a la ventanilla.        
- Perdone señor. ¿Tiene algún problema? Algunos vecinos nos han dicho que lleva aquí bastante rato, hablando solo y a gritos.    
- No, no… es el manos libres… es que, estaba hablando con un cliente muy pesado con… con el manos libres.- le contestó sonriendo.   
El policía se marcho y el se quedó en el coche viendo como se alejaba luego finalmente, tomo la determinación de salir del coche e ir a entregarse a la policía.           
- Hay otra opción, la mejor.- dijo su padre mientras él se acercaba a la puerta.- Si tan seguro estás de quererla, mátala y luego te matas tú, así estaréis siempre juntos, que es lo que más queréis.     
- ¡Si!- dijo él en voz alta justo cuando pasaba al lado de la puerta, lo cual provocó la mirada de un policía que estaba allí de guardia.    
Pasó de largo la puerta y dio la vuelta a la manzana dirigiéndose nuevamente al coche.                                  
El encargado cerró la chatarrería, tal y como le había ordenado su jefe, pero en vez de irse a casa como hubiera hecho normalmente, decidió investigar el secreto que Vicente guardaba en la misteriosa, entró en el interior, donde vio la trampilla de acceso al zulo, la abrió y vio las escaleras de mano apoyadas contra la pared de la cavidad. Una vez abajo encendió la luz del móvil y vio la puerta que había en aquel extraño sótano escondido, la abrió sin problemas, salía luz de dentro y el sonido de un televisor. Sentada delante del televisor, vestida con unos pantalones cortos de hacer ejercicio y una camisa remangada vio a Alicia, la cual se levantó sobresaltada al verlo.  
- ¿Quién eres?- preguntó el hombre ante la mirada asustada de la chica. 
- Por favor, sácame de aquí, me tiene secuestrada.- dijo ella entre sollozos.           
- Está bien, ya a pasado todo, tranquila.- dijo el hombre.- Vamos salgamos de aquí, iremos a la policía.       
- ¡Sal tú primero! Tengo miedo.- dijo Alicia temblorosa.   
- Esta bien, ya pasó todo, sígueme. En el momento en el que el hombre dio media vuelta ella cogió un cuchillo de la comida y abalanzándose sobre él, se lo clavo en la espalda, el hombre se giró hacia ella con los ojos desorbitados y le cogió las manos, Alicia le dio una patada en los testículos con todas sus fuerzas, el hombre cayó de rodillas llevándose las manos hacia sus partes, Alicia recuperó el cuchillo de la espalda del encargado y agarrándole del pelo con una mano, le cortó el cuello con la otra.          
Cuando Vicente llegó a la chatarrería y vio la puerta de la caravana abierta, se temió lo peor y corrió asustado al zulo, donde encontró a su empleado en el suelo, desangrándose con el cuello abierto y a Alicia cubierta de sangre con el cuchillo todavía en la mano, al verlo entrar soltó el cuchillo y sonriendo dijo.          
- Ahora somos iguales.                                      
Jotacé.

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